Después de tanto tiempo aparecemos de nuevo por acá, para seguir compartiendo... Veo que a pesar de la falta de renovación del blog cada día aparece alguien de visita... Así que seguramente vale la pena el pequeño esfuerzo de un poco de reflexión...
Ayer la Iglesia nos proponía la fiesta de santo Tomás, el mellizo, el apóstol... el que parece haber pasado a la historia como el incrédulo... por ese reproche que le hace Jesús: Ahora crees porque me has visto. ¡felices los que creen sin haber visto! (Jn 20,29)... Desde hace tiempo que a mí me cuesta encontrarme con Tomás pensándolo como el "incrédulo", será porque a medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta que es muy difícil encontrarse con gente que "no crea", porque parece ser que es tan difícil vivir sin creer, como vivir sin amor... Ya no me acuerdo cuando fue que vi un pedazo de una película sobre este personaje del que ahora les hablo, y me impactó tremendamente una escena donde Tomás, después de aquel encuentro con la comunidad donde le dijeron que habían visto al Señor, y después de haber caminado mucho buscándolo, se topa con María Magdalena -creo- y esta extraordinaria mujer al verlo destruido por la angustia y el esfuerzo, le dice: "ya basta, creé y quedate tranquilo"... y Tomás le responde: "No, quiero que si Él me encuentra, me encuentre buscándolo..." Desde esa vez empecé a mirar a Tomás como el hombre de la búsqueda... al fin y al cabo él no exige más de lo que los discípulos habían recibido sin pedirlo... Me da la impresión que Tomás quiere tener la experiencia de Job, que al final de aquel gran libro termina diciendo: Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza... (Job 42,5-6)... eso no es falta de fe, y que me perdone Jesús, eso es el deseo que no se conforma con poco cuando puede esperar más... Hace unos cuantos años, como 700, el Señor le decía a Ángela de Foligno, hablando de las Escrituras: "Quienes lo leen poco entienden. Lo entienden mejor quienes me gustan"... de eso se trata, de gustar, de saborear, de experimentar...
Les dejo una oración que compuso hace tiempo un hermano... para que juntos sigamos pidiendo la experiencia de la fe... los conceptos se van...
Señor Dios, cuando las cosas santas que debemos decir y hacer y las cosas sagradas que debemos tocar se vuelven ordinarias y se transforman en monótonas, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando tocar el borde del manto de Cristo no es suficiente, y anhelamos sentir el apretón de su mano traspasada y glorificada, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando no nos conformamos con las migajas que caen de tu mesa, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando temblamos por nuestro futuro desconocido, encomendado a tus manos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos arrodillamos para orar, y pensamos que estás ausente, y la oscuridad nos rodea, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos preguntamos cuál es el sentido de todo esto, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando sentimos que ya no resistiremos más, y que sucumbiremos bajo el peso de todo esto, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando podemos ver que no hay otra salida, y sin embargo parece que damos vueltas y más vueltas alrededor, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando hablar a otros parece hacernos más felices que hablarte a vos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos hallamos en la duda acerca de si estamos buscando nuestra propia gloria o la tuya en lo que hacemos y logramos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nuestro trabajo se hace pesado, y te borra de nuestra corta y estrecha visión, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando perdemos de vista los rasgos de Cristo en nuestro propio rostro y en los rostros de nuestros hermanos y hermanas, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando pedimos un signo al mirar y no ver, al oír y no escuchar, cuando te pedimos que visites la pobre vivienda de nuestros corazones, ayuda nuestra falta de fe, fortalecenos, pero di solamente la Palabra y bastará para sanarnos.
Siempre presente y Santísimo Señor, en tu amable bondad nos diste tu Palabra que permanece para siempre; concedenos, te suplicamos, una fe firme que nos guíe por las oscuridades, las dificultades y las cruces de esta vida hacia la luz y la gloria de la bienaventurada eternidad.
Por Aquel que has enviado, nuestro Salvador Jesucristo y en el más Santo Espíritu. Amén
Ayer la Iglesia nos proponía la fiesta de santo Tomás, el mellizo, el apóstol... el que parece haber pasado a la historia como el incrédulo... por ese reproche que le hace Jesús: Ahora crees porque me has visto. ¡felices los que creen sin haber visto! (Jn 20,29)... Desde hace tiempo que a mí me cuesta encontrarme con Tomás pensándolo como el "incrédulo", será porque a medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta que es muy difícil encontrarse con gente que "no crea", porque parece ser que es tan difícil vivir sin creer, como vivir sin amor... Ya no me acuerdo cuando fue que vi un pedazo de una película sobre este personaje del que ahora les hablo, y me impactó tremendamente una escena donde Tomás, después de aquel encuentro con la comunidad donde le dijeron que habían visto al Señor, y después de haber caminado mucho buscándolo, se topa con María Magdalena -creo- y esta extraordinaria mujer al verlo destruido por la angustia y el esfuerzo, le dice: "ya basta, creé y quedate tranquilo"... y Tomás le responde: "No, quiero que si Él me encuentra, me encuentre buscándolo..." Desde esa vez empecé a mirar a Tomás como el hombre de la búsqueda... al fin y al cabo él no exige más de lo que los discípulos habían recibido sin pedirlo... Me da la impresión que Tomás quiere tener la experiencia de Job, que al final de aquel gran libro termina diciendo: Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza... (Job 42,5-6)... eso no es falta de fe, y que me perdone Jesús, eso es el deseo que no se conforma con poco cuando puede esperar más... Hace unos cuantos años, como 700, el Señor le decía a Ángela de Foligno, hablando de las Escrituras: "Quienes lo leen poco entienden. Lo entienden mejor quienes me gustan"... de eso se trata, de gustar, de saborear, de experimentar...
Les dejo una oración que compuso hace tiempo un hermano... para que juntos sigamos pidiendo la experiencia de la fe... los conceptos se van...
Señor Dios, cuando las cosas santas que debemos decir y hacer y las cosas sagradas que debemos tocar se vuelven ordinarias y se transforman en monótonas, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando tocar el borde del manto de Cristo no es suficiente, y anhelamos sentir el apretón de su mano traspasada y glorificada, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando no nos conformamos con las migajas que caen de tu mesa, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando temblamos por nuestro futuro desconocido, encomendado a tus manos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos arrodillamos para orar, y pensamos que estás ausente, y la oscuridad nos rodea, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos preguntamos cuál es el sentido de todo esto, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando sentimos que ya no resistiremos más, y que sucumbiremos bajo el peso de todo esto, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando podemos ver que no hay otra salida, y sin embargo parece que damos vueltas y más vueltas alrededor, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando hablar a otros parece hacernos más felices que hablarte a vos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nos hallamos en la duda acerca de si estamos buscando nuestra propia gloria o la tuya en lo que hacemos y logramos, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando nuestro trabajo se hace pesado, y te borra de nuestra corta y estrecha visión, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando perdemos de vista los rasgos de Cristo en nuestro propio rostro y en los rostros de nuestros hermanos y hermanas, ayuda nuestra falta de fe.
Señor Dios, cuando pedimos un signo al mirar y no ver, al oír y no escuchar, cuando te pedimos que visites la pobre vivienda de nuestros corazones, ayuda nuestra falta de fe, fortalecenos, pero di solamente la Palabra y bastará para sanarnos.
Siempre presente y Santísimo Señor, en tu amable bondad nos diste tu Palabra que permanece para siempre; concedenos, te suplicamos, una fe firme que nos guíe por las oscuridades, las dificultades y las cruces de esta vida hacia la luz y la gloria de la bienaventurada eternidad.
Por Aquel que has enviado, nuestro Salvador Jesucristo y en el más Santo Espíritu. Amén
5 comentarios:
Nunca tan preciso...
Realmente son palabras que han hablado a mi corazon.
Gracias Gus.
Agus (mar del plata)
Hermanito: un placer volver a leerte por estos medios. No voy a criticar como me pediste, me voy a dedicar a gustar y a saborear lo leido. Como te conte me quede mucho con la idea de la busqueda, no pude pasar de ahi...
Espero con muchas ganas una nueva compartida, sea por aca o en otro lado.
Abrazo de gol
Matías (cap. fed.)
Gustavo: hay que dejarse buscar por la FE, ella anda a nuestro alrededor, con el aroma de Dios, buscando lo calentito de nuestro corazón, pero si nosotros no estamos en los lugares donde el corazón se abre a Dios, difícilmente la FE entre en él.
Por eso debemos buscar el silencio, el diálogo, el encuentro en la Eucaristía, en la Palabra, allí se pone más relajado el corazón y la FE penetra, te recorre, TE INVENTA DE NUEVO.
Gracias por el esfuerzo de escribir en este lugar.
puchica hermano...
Si Dios Quiere compartiremos en estos dias, tanta vida que nace del dinamismo del reino, que es producto de la gracia de DIOS Y DE una Praxis historica concreta...
abrazo
Hermano, estaba en la facu y me acordé de tu blog. ¡Qué lindo espacio para respirar! jaja. Buen, por lo menos yo me sentía un poco agobiado escuchando a mi profe... Mientras él hablaba, yo pispeaba tu blog (tenemos compus en esta materia).
Gracias por compartir tus ideas, pensamientos, sensaciones, por este medio.
Que te vaya super bien en Roma!!! Nos estaremos hablando vía MSN o Skype...
¡Un fuerte abrazo! Dios te bendiga.
Juanjo Alberdi
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