Un poco de música

jueves, 6 de noviembre de 2008

La fuerza transformadora de la Misericordia...

Francisco mismo, al final de su vida, a la hora del recuento y mirando el camino recorrido, indica como inicio de esta aventura la experiencia de la misericordia: El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y de cuerpo...
En este ejercicio de "dar el corazón al mísero", Francisco experimenta que lo amargo era aparente, que lo amargo escondía una dulzura insospechada... El acercarse a los leprosos le permite saborear la vida de otra manera, desde otra perspectiva... y al separarse de ellos parece comprobarle que el cambio de lugar inicialmente le ofrece un "cambio de perspectiva", y lo que viene después excedía "sus" cálculos... Desde el negocio de su padre parece poder practicar sin ningún inconveniente y con grandes posibilidades la caridad, pero la misericordia es otra cosa... la misericordia te involucra totalmente... tanto que para él se convirtió en "forma de vida"... Con una "practicidad" desconcertante, seguramente el texto que les comparto a continuación testimonia con fascinante crudeza lo que venimos diciendo:
Al hermano N., ministro: El Señor te bendiga. Te hablo, como mejor puedo, del caso de tu alma: todas las cosas que te estorban para amar al Señor Dios y cualquiera que te ponga estorbo, se trate de hermanos u otros, aunque lleguen a azotarte, debes considerarlo como gracia. Y querelo así y no otra cosa. Y cumplilo por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. Y ama a los que esto te hacen. Y no pretendas de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y amalos precisamente en esto, y vos no exijas que sean cristianos mejores. Y que te valga esto más que vivir en un eremitorio.
Y en esto quiero conocer que amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo, si procedes así: que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de vos después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido tu misericordia, si es que busca misericordia. Y, si no busca misericordia, preguntale vos si quiere misericordia. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, amalo más que a mí, para atraerlo al Señor; y siempre debes tener misericordia de ellos. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a comportarte así...
No caben dudas que parece "demasiado"... el Evangelio parece demasiado... sin embargo es la medida para lo que fuimos creados...
Si hay cosas que no se entienden o requiere alguna aclaración pueden dejar su mensaje en el cuadro del costado o un comentario acá abajo, donde justamente dice "comentarios" jaja.

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